Convocados por la "asamblea contra el TAV" un grupo de unas 20 personas han protagonizado una protesta dentro y fuera de las oficinas del INEM en Orereta (Renteria) Gipuzkoa. Frente al despilfarro en macro-infraestucturas el/la obrera es quien paga su maldita crisis...
Comunicado:
Y VASCA, ¡TODO POR LA PASTA!
Hoy hemos venido a esta oficina del INEM para informar y denunciar el despropósito económico (y social, y ambiental...) que supone la construcción del Tren de Alta Velocidad (TAV) y otras grandes infraestructuras. Teniendo en cuenta la crisis social, ambiental y económica en la que nos encontramos, pensamos que despilfarrar miles de millones de euros en infraestructuras como el TAV, en detrimento de las necesidades sociales es un despropósito que agrava aún más el malestar económico de las clases populares.
Mientras los gobiernos recortan gastos y derechos sociales, aumentando el número de individuos en la cuneta del paro, el empobrecimiento y la marginación social, el TAV y demás grandes infraestructuras suponen la desviación de ingentes cantidades de recursos públicos (unos 4859? por habitante de la CAV) al saco roto de los empresarios: 10.000 millones de euros para el TAV en Euskal Herria, 1.500 millones para el Superpuerto de Jaizkibel, 250.000 millones de euros para el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte del Gobierno español... En verdad, si las virtudes que el gobierno asigna al TAV y a las grandes infraestructuras fueran ciertas (enorme creación de empleo, cohesión social, etc.), la situación del Estado español debería ser muy distinta de la que es y la crisis apenas debería notarse -a menos que las cosas no funcionen como dicen.
El TAV y la construcción de grandes infraestructuras se nos vende como la supuesta solución de los problemas sociales y el desempleo, pero en realidad no revierten (puesto que no están pensadas para ello) en la satisfacción de las necesidades de la sociedad en general, ni de la clase trabajadora en particular. El TAV no es más que el gran pelotazo de una élite, un medio de transporte clasista, que pretende afianzar los flujos de capital (dirigentes y ejecutivos por aquí, turistas por allá) de forma acelerada. Las grandes infraestructuras no benefician económicamente a la clase trabajadora del lugar: véase, a modo de ejemplo, el caso de Muskiz en Bizkaia, cuya población no es precisamente beneficiaria del cercano del Superpuerto de Bilbao y de la refinería de Petronor que tiene pegada como un tumor.
El TAV es en gran medida un pretexto para amasar dinero con rapidez. Desde sus orígenes, las clases capitalistas y burocráticas se han enriquecido a costa de la explotación del trabajo, la especulación, la corrupción y la destrucción del entorno natural. Los ?progresos? desastrosos de la economía capitalista se materializan en forma de cemento, crisis ecológica, insolidaridad y una continua pérdida de control por parte de la población sobre sus condiciones de existencia, ya que este sistema en nada alienta la autonomía real de los individuos, sino que, antes bien, destruye la posibilidad de vivir de otra manera.
Por todo ello, denunciamos el enorme derroche económico que los gobiernos están haciendo con el TAV y la construcción de grandes infraestructuras, mientras que miles de personas se quedan sin cobertura social. Es preciso por tanto cuestionar el actual modelo económico y social explotador, injusto y destructor.
Asamblea Contra el TAV
1 mar 2010
La asamblea contra el TAV protagoniza una protesta en el INEM
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