28 abr 2011

Benigno Andrade, "Foucellas"

Las crónicas hablan indistintamente de maquis o guerrilleros, que sobrevivieron por la Península Ibérica entre mediados de los años treinta y principios de los cincuenta en un número que se calcula entre 5.000 y 6.000 con el monte como medio natural. Los datos apuntan a que sólo 500 huyeron del estado español, y, evidentemente, Galiza no fué ajena a esta actividad de la lucha guerrillera.Sin duda, el nombre propio fundamental de la lucha guerrillera gallega es Benigno Andrade García, más conocido como "Foucellas", que pervive en el elenco popular por su trayectoria clandestina marcada por su evasión de la Guardia Civil. Foucellas tuvo las características que convierten en mito a los hombres de acción: astucia, valentía e intuición para sobrevivir.La historia de Benigno Andrade se forjó como leyenda popular, hasta el extremo de que los guerrilleros gallegos fueron llamados "Foucellas" de forma genérica.
Nació en el lugar de As Foucellas del que adoptó el apodo, en la parroquia de Cabrui (A Coruña, Galiza) el 22 de octubre de 1908 . Estudió en la escuela primaria de la localidad y desde muy joven trabajó en el campo. Más tarde se trasladó a León para trabajar en las minas de carbón de Fabero, Ponferrada.Casado con María Pérez, de descendencia gallega nacida en Argentina , tuvo dos hijos, Josefa y Sergio. Su mujer trabajaba en la casa del médico Manuel Calvelo, quien junto con su mujer Isabel Ríos Lazcano, dirigían la célula comunista de Curtis, llamada Sociedad Republicana Radio Comunista en Curtis, con la que simpatizaba Foucellas.

Posteriormente pasó a simpatizar más con las ideas libertarias y estuvo afiliado a la CNT de forma relativamente fugaz. Al estallar la Guerra Civil se enroló en una columna que se dirigía a Coruña, para encontrarse con la ciudad ya tomada por los grupos golpistas, por lo que retornó a Curtis. Intervino en una requisa de armas en Fisteos y en otra de dinamita en la estación de tren de Teixeiro y, temiendo represalias de los sectores fascistas, se echó al monte. Durante la guerra estuvo enfermo de difteria y la pasó convaleciente y escondido en diversos lugares de la zona con la ayuda de los habitantes de la comarca. En esta época de "fuxido" fué llamado a filas y declarado prófugo por no presentarse a hacer el servicio militar, apareciendo el clásico bando de «busca y captura» por los ayuntamientos gallegos.

Ya recuperado y todavía no buscado activamente por la Guardia Civil, se puso al frente, sobre el año 1941, de una partida guerrillera (maquis) que actuaba sobre todo en la zona de Sobrado y Arzúa, formada principalmente por prisioneros fugados de los batallones de castigo disciplinario que existían en aquella época en Galicia.

Pronto adquirió fama de tener un olfato especial para evitar las emboscadas, que se supone procedía de las actividades de "espía" de su hermana Consuelo, que trabajaba en el cuartel de la Guardia Civil. Años después, en 1943, se unió al grupo del guerrillero denominado teniente Freijo de Lugo. Actuaban mayormente en la zona de Curtis y Ordes e iban bien armados. Un ejemplo de sus famosos golpes se produjo en febrero de 1945, cuando se le atribuyó la muerte del cabo de la Guardia Civil Manuel Bello. No tardó en tener problemas, y, a primeros de marzo del 45, Benigno se hirió fortuitamente con su propia arma. Conociendo éste hecho, la Guardia Civil se desplegó por toda la zona, pero sus compañeros consiguieron llevarlo a Coruña para que fuese operado en el sanatorio de San Nicolás,situado en la céntrica Plaza de Vigo. Aún convaleciente, Foucellas fué trasladado a una casa del barrio de Monelos, en donde permanecería seis meses, su desparpajo era tal, que durante su convalecencia acudía al estadio de Riazor a ver los partidos del Deportivo de la Coruña, del que era un gran seguidor, especialmente del guardameta Acuña, cómo recuerda su hija:
"Fué a ver alguna vez al Deportivo disfrazado de cura"

En 1947 volvió al monte, aunque su actividad comienza a decaer, ya que muchos de sus compañeros mueren en emboscadas y enfrentamientos. Pronto cambió la zona geográfica de sus actuaciones debido a las discrepancias con sus compañeros de partida Gómez Gayoso y Seoane marchándose a Pontevedra como coordinador de la Quinta Agrupación.
Los tiempos se tornaban más dificiles para la guerrilla, el 6 de noviembre de 1948 fueron agarrotados en A Coruña Seoane y Gayoso. Las crónicas también constatan que el 9 de abril de 1948, el grupo sufrió una emboscada en el Pazo de Oca de la que sólo se salvaron Foucellas y Ricardito, uno de sus compañeros de confianza. Los otros seis murieron. Existen testimonios que recuerdan como a los pocos días, el grupo huyó hacia Teo, municipio muy cercano a Santiago de Compostela. Se sabe que rondaban la aldea de Mallos, en Lampai, Fueron sorprendidos bajo un alpendre en el lugar de Loureiro por la Guardia Civil y tras un enfrentamiento con la muerte de un agente fueron abatidos a tiros, Foucellas conseguiría de nuevo huír.Benigno demostró una vez más su olfato cuando se libró, en octubre del 49, de la encerrona que la Guardia Civil le tendió a Riqueche, coordinador del destacamento Cortizas, y en el que cayeron numerosos guerrilleros, Riqueche incluído.

En los años 50 y 51, ya muy mermados los destacamentos guerrilleros, se traslada a la zona de Betanzos, en compañía de Manuel Villar, Manolito, que le servía cómo enlace. La Guardia Civil fué estrechando el cerco hasta que el 9 de marzo de 1952 se produjo la detención definitiva, cuando estaba en Costa (Oza de los Ríos). En la lucha habían resultado muertos Manolito, otro guerrillero y un guardia civil. Benigno, que resultó herido en la pierna, fue detenido con dos compañeros más. Sin embargo, en los periódicos no se publicó ninguna información de los hechos. Sólo al día siguiente apareció una esquela del guardia civil Cesáreo Díez en la que se decía: «Falleció el día 9 del actual en acto de servicio».

Terriblemente torturado por la Guardia Civil, dado que cuando le detuvieron, un balazo le había producido la fractura de un hueso de la pierna, le quitaron el vendaje que le aguantaba el hueso fracturado y comenzaron a moverlo, Benigno acabó confesando la ayuda que le habían prestado muchos alcaldes derechistas de la zona, lo cierto es que poco tiempo después de su captura fueron detenidos varios de ellos en la provincia de A Coruña, así como personas de derechas, acusadas de proporcionaler ayuda. Fue juzgado en Consejo de Guerra el 26 de junio de 1952 y condenado a muerte, sentencia ejecutada el 7 de agosto del mismo año, en la prisión de Coruña, mediante garrote vil, después fué enterrado en una fosa común del cementerio de San Amaro.

El 26 de junio de 1952 tuvo lugar en la Agrupación de Sanidad Militar de A Coruña la vista en consejo de guerra de la causa 53/52.Benigno entró en la sala apoyado en un bastón y una muleta debido a la cojera de su pierna derecha. Los periodistas que cubrieron la información para los diarios locales le presentaron como «hombre de 43 años de edad, bajo de estatura, delgado, vistiendo discreto traje azul, zapatos oscuros y camisa blanca, mostrándose tranquilo y animado conversador».
Orestes Vara, redactor de La Voz de Galicia por aquel entonces, recuerda así un breve encuentro con "Foucellas" antes del juicio: "Antes de empezar el juicio y cuando Foucellas, custodiado por la Guardia Civil, estaba esperando, pedí permiso para hacerle unas preguntas. Le encendí un pitillo y, con permiso de los guardias, se lo ofrecí."

–¿Cómo están los ánimos, Benigno? –le dije–.
–Me parece que esto está ya decidido.
–¡Hay que animarse, hombre!
–No puedo. Yo de aquí ya no salgo con vida.


El Juicio dió comienzo a las 10 de la mañana, ordenando el presidente la lectura del apuntamiento. Tras narrar el episodio de su detención, se pasó a las declaraciones de Foucellas ante el juez, manifestando éste que el 23 de julio de 1936 huyó al monte porque debido a sus antecedentes temía represalias de algunos elementos fascistas de la comarca. Dijo que permaneció aislado hasta 1945 en el que se unió a otros bandoleros, habiendo cometido numerosos asaltos. Respecto a las muertes, reconoce haber participado en algunas de las imputadas, pero matizando que no había sido el autor material de las mismas. Según afirman las personas que acudieron al juicio, Foucellas contestaba con voz segura, expresándose con facilidad.

El fiscal calificó a Benigno como "el mayor criminal de cuantos en estos últimos años se han sentado en el banquillo"
y añadió: "Las tragedias griegas quedan pálidas comparadas con lo que se ventila aquí. Aquello eran abstracciones estéticas; hoy nos encontramos ante hechos reales integrados en una espantosa cadena de delitos, que constituyen páginas funestas en la historia de la sociedad".

El presidente del Tribunal dijo al procesado si tenía algo que alegar. Benigno se puso en pie y manifestó: "Solamente quiero decir que espero del Tribunal que me haga justicia. Nunca disparé sobre ningún ser humano y si lo hice obligado fue al aire. Creo que está muy claro que en nombre de Foucellas ha habido muchos atracos y que los seguirá habiendo. En el año 45, estando en el sanatorio, todos cuantos hechos se hacían eran en nombre de Foucellas. Pido otra vez que se me haga verdadera justicia". El Tribunal se retiró posteriormente a deliberar, tras lo que emitió el esperado veredicto de pena de muerte.

Hay un valioso testimonio que aporta el guerrillero Couto Sanjurjo, que posteriormente sería condenado a muerte en consejo de guerra, aunque la pena le fue conmutada, y que entonces ocupaba una celda en la prisión coruñesa próxima a la de Benigno Andrade:
"Yo, en realidad, a Benigno no le conocía personalmente hasta que le ví en la cárcel de A Coruña en la primavera del 52 (a su mujer, en cambio, sí la conocía de Ordes). Salíamos al patio de la prisión muchas veces juntos. El iba con muletas, pues no estaba recuperado de la herida que le produjeron los disparos de la Guardia Civil el día de su detención. Tenía un pie cinco centímetros más bajo que el otro y le había tratado el doctor Gómez Ulla, médico militar. Benigno tenía metido en la cabeza que lo iban a matar. Nosotros nos enteramos de la confirmación de la sentencia la noche anterior (lo mataron al día siguiente a las seis de la mañana). Había llegado Mariano, el famoso verdugo de Burgos y le aplicaron garrote vil.En la mañana de la ejecución, cuando fuimos a desayunar y pasamos por la cocina, vimos tiradas en el suelo el bastón y la muleta de Benigno. Durante nuestra estancia en la cárcel me pareció una persona con un carácter muy especial. Siempre estaba alegre, o intentaba estarlo. Tenía una personalidad atractiva y se hacia querer."

Muerto Foucellas, se acrecentó la leyenda y pronto su figura fué mitificada. Pero no le mitificó, como al guerrillero Manuel Ponte, la poesía de intelectualistas cómo Lorenzo Varela o Méndez Ferrín, ni el carboncillo de Luis Seoane, o los libros clandestinos que en París o Sudamérica publicaban los intelectuales. A Foucellas lo mitificó el pueblo llano y hasta las madres de clase burguesa, cuando querían meter miedo a sus niños les decían: «Cuidado, que viene el Foucellas». Los niños de pueblo, en cambio, se iban a los prados o a los montes a jugar al Foucellas, al que en sus casas siempre consideraron como un valeroso y simpático bandolero.

Sus hijos, Josefa y Sergio Andrade conservan de su padre recuerdos tempranos:
"Tendríamos 4 años, vino a visitarnos e iba uniformado. Después le vimos a escondidas, en el monte y en alguna romería".

La hija del famoso guerrillero, tampoco se olvida de María, su madre, que había nacido en Argentina:
"La detuvieron cuando iba a Lugo y llevaba una multicopista en una bolsa (era el año 46). Fue encarcelada en A Coruña y al final la desterraron a Tordesillas. Acabó enfermando, de un aneurisma, y fue internada en un hospital de Valladolid. Fuimos a verla y sólo estuvimos con ella unos días, pues no teniamos dinero para quedarnos. Nos fuimos, dejándola prácticamente moribunda y al poco tiempo de llegar a Coruña nos dijeron que había muerto. Yo me fui a vivir con una prima y mi hermano con unos tíos".

La hija de Benigno recuerda también el juicio de su padre:
"Yo estaba en la sala, junto a mi prima. Tres bancos más atras de donde se encontraba. Llevaba un traje de chaqueta azul, con camisa blanca. Estaba tranquilo. Cuando escuchaba las barbaridades que decían sus acusadores, movía la cabeza hacia abajo, de un lado para otro, y me miraba como diciendo: pero cómo es posible que digan esto".

El día de la ejecución, Josefa estuvo con su padre en la cárcel coruñesa hasta las cinco y media de la mañana. "Estaba sentado en una silla –recuerda–, fumaba y tenía al lado una botella de coñac, que no tocó, a pesar de que yo le dije que bebiese algo. Quería estar sereno cuando le llegase la hora. Después de su muerte, fui con mi prima al cementerio de San Amaro a esperar el cadáver. Allí estuve hasta las dos de la tarde, en que comencé a vomitar y me tuvieron que llevar al médico. Al día siguiente volví al cementerio y me dijeron que mi padre estaba enterrado en el nicho 312. Allí puse unas flores y siempre creí que se hallaba allí hasta que en 1996 nos enteramos que se encontraba en una fosa común, ni perdono ni olvido".

Su hijo Sergio también estuvo con su hermana visitando a Benigno poco antes de que le ejecutasen: "Fueron a buscarnos a Curtis de noche los guardias civiles y estuvimos en la cárcel con él hasta las cinco y media de la mañana. Era una sala que estaba llena de gente entrando y saliendo.Le vimos muy sereno y su única preocupación era que no nos hiciesen nada a nosotros".


Afilando Nuestras Vidas

2 comentarios:

  1. Grande FOUCELLAS. Todo un loitador e ademais, deportivista

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  2. si me deixades eu tamén son fillo de Foucellas, home de honor e dignidade

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